Ayer fue un día difícil, de esos en que empiezas bien, hasta cantas y después, como no comiste bien, te duele la cabeza y tienes clase de inglés.
Resulta, que alguien me preguntó que cómo me había ido y es justo quien fue mi «cable a tierra» la noche anterior a esa.
Todos necesitamos uno. O que alguien que en un determinado momento lo sea. Había sido un lunes tedioso y de mucho meneo; la pereza, la procrastinación, los compromisos, la calora, el hambre, la cabeza, todo junto y en un momento sentí que no pude más y escribí un mensaje: ¿estás ocupado?
Pudieron haberme dicho que no o simplemente no responder, más no fue el caso. Luego de tanto hablar, regresó el ánimo… tarde de la noche me puse a estudiar y completar cosas, dormí bien.
La enseñanza, simple: siempre hay personas dispuestas a escuchar y ser tu soporte, así sea un segundo.
Todos necesitamos aire, estamos realmente muy saturados y aunque no sabemos las responsabilidades de los demás y no vemos su «tras bambalinas», hay que contar con alguien que nos haga sonreír y nos recuerde que necesitamos espacio para nosotros mismos y estar en soledad, pensar, organizar, reflexionar y evaluar nuestras acciones.
No lo olvides.
Un abrazo,
Franco